CONCIENCIA
Y LIBERTAD.
César Platas
Brunetti
SIN CONSCIENCIA NO HAY LIBERTAD. Parece una afirmación
demasiado categórica, pero ya es hora de que llamemos a las cosas por su
nombre.
Toda persona que se llame “libre”, desde un punto de
vista funcional, ha de cumplir con un requisito básico: ha de ejercer la
Libertad. Esto, que parece una perogrullada, no se da tan habitualmente como se
podría pensar en las personas autodenominadas “libres”. En principio hemos de
distinguir entre dos términos que, de manera sistemática, se confunden:
“liberado” y “libre”. En el primer caso nos encontramos con alguien que,
teniendo una necesidad, se ha encontrado con un obstáculo del cual se ha podido
desembarazar (léase “liberado”) para obtener lo deseado; en el segundo estamos
ante una persona que no está amarrada o limitada en modo alguno y opta ante la
“nube de posibilidades” por un camino.
Para liberarnos de un problema debemos tomar conciencia
de lo que nos impide avanzar. Sin este mínimo análisis causal, que lleva a una
toma de conciencia, lo único que hacemos es recaer en automatismos paralizantes
y frustrantes. De esta toma de conciencia surge una solución para nuestro
problema y, de esta manera, nos “liberamos” de él.
Ahora bien, hay gente que se “libera” de algo, pero esto
no significa que sea Libre en el sentido más amplio del término. ¡Tener una salida
para un problema no es nada!, aunque a muchos les pueda parecer todo. Evidentemente,
cuando uno está deprimido encontrar un “rayo de luz en la oscuridad” nos ayuda
a reconducir la energía (que, en la depresión, está “vuelta contra nosotros”)
hacia un objetivo. Mas una única salida no nos permite el proceso de
elección necesario para ejercitar la libertad. En ese “callejón sin salida”
de la depresión, cuanto menos, se sale por donde uno ha entrado. Una vez allí,
en la entrada, es donde debemos de ser conscientes de las múltiples opciones
que nos brinda la vida para ejercitar la libertad. No se trata de
culpabilizarnos por estar deprimidos, pero sí de asumir nuestra responsabilidad
para poder cambiar de rumbo. Hemos de llevar el timón de nuestro barco, ya que
sin responsabilidad no hay libertad.
Si por falta de conciencia no asumimos nuestra
responsabilidad con las elecciones que nos brinda la vida, jamás podremos ejercitar
nuestro libre albedrío ante las posibilidades. Y, por tanto, tampoco podremos
manifestarnos como los seres libres que somos. Cuando hay Consciencia, hay
opciones; y cuando se elige se es Libre.
Así que, lo dicho: SIN CONSCIENCIA NO HAY LIBERTAD.