martes, 2 de septiembre de 2014

SÍNDROME POST-VACACIONAL

M. Teresa Rodríguez Álvarez

¿Qué se entiende por síndrome postvacacional?

Se denomina síndrome postvacacional a un conjunto de molestias físicos y psicológicos que presenta un porcentaje de alrededor del 35% de la población al regreso de un período vacacional prolongado. Estas molestias no deben durar más de 10 o 15 días y aunque disminuyen la calidad de vida de una persona no se consideran una enfermedad. En realidad este síndrome es un fracaso en el proceso de adaptación necesario cuando se vuelve a entrar en contacto con la vida laboral activa o la rutina diaria.

¿Quiénes son más propensos a padecerlo?

Personas que se adaptan con dificultad al brusco cambio de ritmo biológico. Suelen organizar su vida alrededor de una rutina que está de acuerdo a su biorritmo personal, el cual se ve alterado durante las vacaciones. La vuelta a la vida ordinaria exige nuevamente, la adaptación rápida a otra rutina. Especialmente entran en este supuesto las personas mayores de 45 años.
Quienes sufren acoso, se sienten insatisfechos o inadaptados en el ámbito laboral antes de las vacaciones.
 Los que realizan vacaciones muy largas (o años sabáticos) o aquellas en las que no se descansa.
Quienes en su estilo de vida, centran su bienestar únicamente en las vacaciones. Siempre están esperando el fin de semana o las vacaciones para sentirse bien.
En general todas las personas que no viven de acuerdo a sus deseos más profundos.

¿Con qué síntomas se manifiesta?

Tiene síntomas físicos y psicológicos variados de diferente intensidad.
Los más frecuentes a nivel físico son: debilidad generalizada y cansancio, cefalea, insomnio y somnolencia diurna, molestias gastrointestinales y dolores musculares.
Los síntomas psicológicos más frecuentes: disminución de la capacidad de concentración, disminución de la capacidad para tomar decisiones y organizarse, tristeza o angustia, irritabilidad y agresividad (que con frecuencia conducen a conflictos en las relaciones próximas, por ejemplo la pareja), sensación de hastío y sensación de desconcierto e inseguridad (por no entender lo que le está ocurriendo y, por ende no encontrar una solución).

¿Puede ser el primer síntoma de una depresión?

Sí, puede ser el primer síntoma de una depresión, si las molestias se extienden más allá de 15 días o son muy intensas. En ese caso es necesario consultar con un profesional.

¿Tiene que ver con no estar contento con uno mismo, con el trabajo…?

Por supuesto, Este síndrome no aparece cuando nos encontramos motivados, ilusionados y llenos de proyectos.

¿Puede estar enmascarando aspectos de nuestra vida que, por rutina o miedo, no nos atrevemos a cambiar?

Es posible que detrás de estas molestias se encuentre una gran insatisfacción con la vida, en general. Las vacaciones son un período donde con frecuencia hacemos un paréntesis, dejando de lado todos los problemas o frustraciones que nos cuesta mirar de frente, pero... al regreso de las vacaciones… ¡ahí están!

¿Hay que cambiar ciertos pensamientos como que “las vacaciones es lo único que nos hace felices” y empezar a disfrutar de las pequeñas cosas de nuestra rutina diaria?

Por supuesto, es importante incorporar en nuestra rutina diaria actividades gratificantes, pero, fundamentalmente, hay que aprender a vivir en el tiempo presente, disfrutando de cada instante. La huida hacia delante postergando el disfrute para el tiempo libre, o vivir en el pasado recordando los buenos tiempos, nos aleja de nosotros mismos y de la capacidad de disfrutar. No olvidemos que la felicidad o el bienestar, es un “estado” interior y que no depende tanto de lo que ocurra a nuestro alrededor, sino de nuestra manera de situarnos ante los acontecimientos y la interpretación que le damos. Es importante cada mañana al despertarse, respirar profundamente tomando consciencia de que estamos vivos y tenemos por delante un nuevo día en el que podemos elegir llenarlo de cosas buenas o poner el automático y entregarnos a la rutina. Nuestra actitud puede modificar muchas cosas.  

¿Qué recomendaciones hace para adaptarnos de nuevo a la rutina?

Para minimizar los síntomas físicos, es recomendable un retorno progresivo a la actividad habitual, regresando unos días antes para empezar la adaptación a los nuevos ritmos de sueño y alimentación. También será de ayuda una dieta ligera que desintoxique el organismo de los excesos vacacionales. Así como, empezar una rutina de ejercicio físico suave.
A nivel psicológico:
Seguramente si reflexionamos sobre los beneficios de nuestra actividad diaria evitaríamos, en gran medida, los síntomas negativos. Pensar en lo positivo de nuestro trabajo y nuestra vida en general; darnos cuenta de lo que nos aporta nuestro trabajo: dinero, integración social, autoestima, gratificación, etc.
Valorar nuestra casa, amigos, la ciudad en que vivimos.
Ver la posibilidad de hacer alguna innovación en el trabajo que ayude a sentir motivación y entusiasmo, por ejemplo, sugerir algún nuevo proyecto o enfoque del trabajo que realizamos. Si el trabajo no nos permite desarrollar parte de nuestras habilidades y sentimos que, prácticamente, trabajamos sólo por el dinero será muy bueno buscar alguna actividad donde podamos dar rienda suelta a esos aspectos abandonados, los cuales probablemente nos causan malestar si no los canalizamos correctamente. Por ejemplo: actividades que involucren aspectos creativos de la personalidad.

¿Cree que la inestabilidad laboral que hay ahora y la sensación de que puedes perder el trabajo en cualquier momento potencian este síndrome?

No lo creo, al contrario, probablemente ayude a sentirnos satisfechos valorando el hecho de que tenemos un trabajo y nos fijemos más en el lado positivo.
 
¿Qué pautas da para no padecer este síndrome a la vuelta de vacaciones? ¿Hay trucos?

¡Claro que hay trucos!, por ejemplo:
Fraccionar las vacaciones.
Incorporación paulatina, en cuanto a la carga de trabajo y obligaciones.
Programación de actividades lúdicas a la vuelta de vacaciones.
 Fundamentalmente encontrar un sentido a la propia vida y hacer todo lo posible para vivir en armonía con nuestra forma de ser, buscando que: trabajo, actividades lúdicas y relaciones estén en armonía con nuestro yo más íntimo. Para esto, es necesario que paremos y nos escuchemos para saber lo que realmente nos hace feliz. Con frecuencia no vivimos nuestra vida, sino que nos dejamos llevar por la información que nos llega del exterior; esta nos va diciendo lo que nos tiene que “hacer felices o infelices”, pero cada persona es un mundo diferente y su bienestar depende de que viva de acuerdo a su propio estilo de vida.

¿Cuándo se debe de consultar a un especialista?

Siempre que esta sintomatología se extienda más allá de 15 días, o la intensidad de la misma nos incapacite para realizar las tareas habituales.
Además, dada la cantidad de parados que hay en España, me gustaría hacer un cuadro de apoyo con el tema del síndrome postvacacional del parado, que supongo tendrá otras características.

¿Qué deben hacer los parados para no venirse abajo cuando vuelven de vacaciones y no tienen trabajo? Darles unas pequeñas pautas también.

Bueno, las personas que se encuentran en el paro, es probable que durante el período vacacional se olviden un poco de su situación o al menos sea menos angustiosa (dado que todo lo que les rodea les invita a relajarse), también está la expectativa de que a la vuelta de vacaciones aparezca el tan ansiado trabajo.
Al regresar tienen que enfrentarse a varias situaciones. La primera es que la gente que los rodea regresa a su rutina (en una palabra: tienen dónde regresar y ellos no), esto puede exacerbar los síntomas depresivos. También hay que volver a buscar activamente empleo, esto trae una gran carga de ansiedad; sobre todo si son parados de larga duración y ya se sienten inseguros y con su autoestima disminuida. Por lo tanto, en este colectivo, pueden estar muy presentes los síntomas ansioso-depresivos.
Es importante que ellos también establezcan una rutina diaria: levantándose a una hora prudente, realizando ejercicio, creándose un protocolo de búsqueda de trabajo e iniciando cursos que completen su formación y les de más oportunidades al mismo tiempo que les ayuda a mantener su autoestima profesional al ver que la nueva formación les hace encajar en los perfiles demandados por el mercado. Algunas personas, especialmente los más jóvenes,  pueden ver en esta situación una oportunidad de realizar un cambio en su vida que les de la oportunidad de vivir otras experiencias (cambiar a una profesión más acorde con los propios deseos, pasar una temporada en el extranjero, emprender un negocio, etc.)