ALIMENTACIÓN CONSCIENTE.
Mª
Teresa Rodríguez Álvarez
La alimentación
consciente no es exclusivamente una dieta o un régimen alimentario. Es un
estilo de vida que tiene como objetivo último ayudarnos a evolucionar hacia una
mayor consciencia de nosotros mismos y del lugar que ocupamos en la gran cadena
del Ser.
Comer
conscientemente bien, requiere de un compromiso serio y continuo. Partiendo del
hecho de que no existe ninguna dieta que
sea adecuada para todo el mundo, toda dieta es individual y exige
autoconocimiento y responsabilidad. Nuestra salud, depende en buena parte de
los alimentos que ingerimos y como éstos son, con mucha frecuencia una cuestión
muy personal debemos confiar en nuestra propia investigación y a través de un
proceso de ensayo y error, aprender lo que nuestro cuerpo tenga que decirnos al
respecto.
Vivimos en una
cultura, la nuestra, en la que es muy fácil comer mal, mientras que, en cambio,
comer bien resulta bastante más complicado. Los medios de comunicación nos
bombardean de continuo con todo tipo de alimentos sabrosos y calóricos y
también bebidas azucaradas; la comida se halla por doquier, es barata, calórica
y frecuentemente se nos sirve en porciones de un tamaño que supera nuestras
necesidades y que, por otra parte, consumimos a diario. Esto acompañado de una
vida más sedentaria de lo que sería aconsejable, nos lleva a la acumulación de
un exceso de calorías que dan lugar a múltiples enfermedades por
sobrealimentación, como la obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes,
cáncer, etc.
Estamos rodeados
de complejas estrategias publicitarias que sacan provecho de nuestra necesidad
de satisfacer los sentidos y de nuestra vulnerabilidad ante la desinformación.
Se sabe desde hace tiempo, que el hipotálamo y el tronco encefálico ayudan a
regular las sensaciones de hambre y saciedad. Durante los últimos años se ha
comprobado que los centros del placer y recompensa del sistema límbico y las
funciones de evaluación de la corteza prefrontal se hallan también muy
implicados. De hecho, la sobrealimentación crónica presenta similitudes
bioquímicas con las drogadicciones. Es necesario reconfigurar este entorno y
crear uno nuevo, donde nuestras necesidades de información, gratificación y
estímulo social nos lleven a elegir una comida sana y a realizar ejercicio.
Los
espectaculares avances que han experimentado las ciencias de la alimentación y
de la nutrición en las últimas décadas, revelan la importancia que tiene llevar
a cabo una alimentación adecuada, como una de las mejores vías de promoción de
la salud y del bienestar físico, emocional y espiritual. Cada estudio, cada
investigación, nos reafirma en la idea, de que la dieta más adecuada es aquella
que tiene en cuenta todas las condiciones que nos caracterizan como personas
educadas en una cultura determinada, con hábitos alimenticios concretos,
gustos, estado de salud, actividad física, estilos de vida diferentes y también
diferentes niveles de conciencia. Por lo tanto, no existe una dieta ideal que
sirva para todo el mundo, pero sí un CRITERIO UNIVERSAL en cuanto al tipo de
alimentos que deben consumirse dentro de la dieta cotidiana; lo que, por un
lado, garantiza que se cubran las necesidades energéticas y nutritivas y, por
otra parte, colabora en la prevención de ciertas alteraciones y enfermedades
relacionadas con desequilibrios alimentarios.
Vemos que la
alimentación es esencialmente multidimensional: transita entre el espacio,
biológico, psicoespiritual, cultural, socioeconómico, ecológico y político.
Como ha sucedido con otros fenómenos de naturaleza compleja, hoy nadie discute
que la alimentación debe ser estudiada
atendiendo a una perspectiva interdisciplinaria. De hecho, comemos por razones
biológicas, psicoespirituales, culturales y sociales (ver la siguiente figura).
Los
cuatro cuadrantes de la nutrición.
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